1898, fue ayer mismo

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Pues ayer pasé una muy agradable velada en Barcelona, no solo por la compañía que era valor seguro, sino por el lugar: el hotel 1898, y más concretamente en su terraza La Isabela, en la séptima planta.

Sabíamos dónde íbamos: una terraza de moda, en un hotel de 5 estrellas, en plenas Ramblas. Era importante saberlo porque la cartera se podía vaciar y sin embargo el estómago no estaría demasiado lleno. Aun así queríamos probar algo diferente.

La experiencia, como ya he adelantado, fue muy positiva. ¡Por unanimidad todas dijimos que volveríamos!

La terraza, aunque llena, no estaba saturada, los espacios eran anchos, el ambiente era tranquilo, el servicio muy bueno, la música suave y no se escuchaban ruidos ensordecedores, ni tan siquiera escuchabas a las mesas de al lado.

Hay mesas para cenar pero también camas balinesas o espacios de sofás con mesas bajas, donde quizá cenar resulte algo incómodo pero siempre quedará la opción de tomar un cocktail.

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La carta no es demasiado extensa y ya lo pone en la parte superior, se trata de tapas, es decir, platos escuetos en cantidad, digámoslo así, pero las cosas como son, todo lo que probamos estaba delicioso (y lo que no probamos era muy apetecible): pizza Isabela, hamburguesa (mini, como dijo Cristina le faltaban 4 patatas fritas caseras, no más) y jamón con pan de cristal (no en todos los sitios se sirve buen jamón y pan, aunque parezcan cosas básicas). Cada plato ronda los 13€ aproximadamente, y en comparación diría que compensa pedir jamón.

Para beber, no es barato, los vinos más bajos rondan los 25€-30€ y las cervezas en torno a 6€. Eso sí, sirven cocktails, y qué cocktails, casi que hicimos una cata: piña colada, margarita, mojito, pink mojito y el mejor (de los que probamos) el daiquiri de fresa.

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Por persona pagamos 25€ (entrante a compartir, plato principal y vino), eso sí a los cocktails nos invitaron (gracias a Olga, ¡pero ojalá el camarero se acuerde de nuestras caras si volvemos sin ella!).

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No sé si estoy insistiendo lo suficiente pero de verdad que merece la pena hacerle una visita. El ambiente es muy agradable, de esos sitios de los que no te quieres mover por mucho que pase el tiempo. Salimos de allí contentas (puede que la bebida tuviera algo que ver), satisfechas y admirando y fotografiando la planta noble del hotel, elegante donde los haya y sin sentirte fuera de lugar. ¡Una visita 10!

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¡Hasta la próxima noies!

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