No era la primera vez que organizaba un catering (¿verdad Ana de Santos?), pero espero que sí sea la vez que sirva para dar un empuje definitivo.

Como todo, de la manera más casual, nos encargaron una cena pica pica para 127 personas (inicialmente 100, cuatro días antes del evento 27 más). ¡Todo un reto!

Joan, compañero de trabajo, celebraba junto a dos amigos, Jordi y Marta, su 30 cumpleaños por todo lo alto, y a él le había tocado encargar la cena. Y ya digo, un día, casualmente, comimos juntos y casi sin darme cuenta salí de la cantina con el encargo del evento, ¡y para 100 personas!

A todos los que durante estas semanas me habéis preguntado: ¿y dónde vais a cocinar para tantos? ¿tenéis sitio suficiente? ¿y lo vais a hacer todo en casa?, os digo que sí, ¡que es posible cocinar para 100 y más en la cocina de casa! Otra cosa cosa es que haya que sacar recursos de espacio de donde sea, que haya que ser ordenado, paciente (¡no se pueden hornear muchas cosas a la vez!) y sobre todo muy organizado. Ah, y también es cansado, no lo podemos negar. Pero así y todo, ¡merece la pena!

Han sido dos jornadas enteras (mi hermana un par de tardes más y Alba también nos echó una mano algún ratillo) dedicadas única y exclusivamente a cocinar y a prepararlo todo.

Lo divertido:

Comprar cantidades casi industriales: kilos de yogur, mantequilla tomate o queso de untar, cartones de huevos, cestas y cestas de limones, berenjenas por doquier, apio para no dejar ni gota en el supermercado y pollo y carne que nos tuvieron que sacar de las cámaras porque no había suficiente en la estantería.

Lo mejor:

Cocinar. Aunque sin parar ni perder ni un minuto, es verdaderamente relajante, bueno quizá no sea exactamente relajante el estado, pero sí el de una paz interior.

Lo peor:

Llevarlo todo de casa al coche, ¡y que todo cupiera en un solo viaje sin que llegara aplastado! Comida, bandejas, cajas y toda la parafernalia que pudiéramos necesitar para colocarlo en la mesa. Al final tuve que volver a casa porque se nos olvidó una de las salsas.

Lo curioso:

El verdadero miedo escénico que sentí cuando al llegar al local estaba toda la mesa vacía y teníamos que montar todo. ¿Por dónde empezar? Como la hoja en blanco para un escritor.

Lo sorprendente:

La avalancha humana que de repente invadió las mesas por ambos lados cogiendo comida sin parar, ¡lo pobres llevaban 3 horas dando vueltas por Tarragona y eran las diez de la noche!

El menú:

Las recetas:

Próximamente.

La fiesta:

Making of:

Marta, Joan, Jordi, muchísimas gracias por la confianza que demostrasteis en nosotras. ¿Para cuándo el próximo sarao?