Hablemos de cosas importantes: comida (II)

Segunda parte de lo gastronómico.

Quizá en la comida sea en lo que realmente nos demos cuenta de las diferencias de precios entre España y Sri Lanka (y no comparemos con otros países del sudeste asiático que según mi hermana son incluso más baratos que aquí).

Si un helado de polo lo saboreas por 0,12€, un más que decente y abundante rice curry lo puedes encontrar por 4€ y cuatro rotis por menos de 1€, ¿qué creéis que pueden cobrar por un zumo natural de frutas? Pues lo más barato ha sido unos 0,45€ aunque lo más habitual serían unos 0,90€ y lo máximo 2€ (en un sitio bien o en un sitio de turistas).

Los zumos están todos buenísimos. Para los de naranja lo trituran todo, pulpa incluida (excepto la cáscara). Los de mango y papaya son muy cremosos. Y los de piña… La piña (tema recurrente en las comidas del trabajo) es mucho más compacta que en España, tiene como más cuerpo y más carne, por lo que los zumos salen también más espesos, pero siempre refrescantes, ¡y sin pepitas! Son también dulces pero de otra forma.

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Otra fruta curiosa aquí son los plátanos, la mayoría pequeñitos, como de unos 6 centímetros (reales).

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Y los cocos, color naranja butano por fuera. Resulta que estos son cocos jóvenes y los que comemos en España viejos. Con una especie de machete cortan la parte superior, le hacen un agujero y te lo dan con una pajita para que bebas el agua del coco. Una vez vacío y de nuevo con el machete le hacen un pequeño corte a la cáscara para utilizarlo como cuchara y abren el coco por la mitad. Entonces con esa especie de pala/cuchara se rebaña la carne del coco, que es blanda y finita.

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En el apartado de dulces elaborados destacaría dos:

Un pancake enrollado a modo de canutillo y relleno de coco rallado mezclado con miel del
palma. Tentempié con el que nos regaló Chandra, nuestro guía y conductor en Newara Eliya antes de afrontar a las 7:30 de la mañana la caminata hacia el Fin del Mundo.

Y el watalappan, que aunque suene a nombre de ciudad en realidad es una especie de pudding o flan a base de muchos huevos, leche de coco y jeggry (una especie de concentrado de azúcar y dátiles o coco). Todo mezclado, al horno y de ahí al estómago. ¡Delicioso!

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P.S.- Que tengan cuidado los italianos. Aquí es muy típica la cuajada de leche de búfala (que la venden en miles de puestos a lo largo de la carretera, en unas vasijas de barro). Y de la cuajada a la mozzarella solo hay un paso.

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