Tarta Fantasma: ¡premio al mejor sabor!

Hace un par de semanas convocaron en mi empresa un concurso de postres cuya temática era Halloween.

Cinco minutos después del comunicado una compañera me comentó que daba por hecho que yo participaría, pero le dije que no, que había mucho nivel. El año pasado el tema fue SésamoAventura (nueva área temática de PortAventura, aquí queda la publicidad), y no os podéis imaginar lo curradas que estaban las tartas y cupcakes que llevaron.

La cuestión es que ahí mi compañera dejó el poso, y yo empecé a darle vueltas a la cabeza. Las categorías eran dos: la mejor presentación y el mejor sabor. Bueno, podía suponer que la primera la tenía casi perdida, pero en la segunda, ahí estaban mis posibilidades. Pues nada, venga, sí, ¡que me presento!

El siguiente paso fue pedir auxilio. Estuve intercambiando mails con Jenn y mi hermana. Quería algo rico en sabor y sencillo en decoración. La verdad es que fue bastante sencillo encontrar lo que quería: bizcocho de calabaza relleno y cubierto con crema de queso y decorado con fantasmas al estilo de una tarta hecha por Martha Stewart.

En realidad, para la tarta de calabaza lo único que hice fue sustituir la zanahoria rallada de la tarta de zanahoria que ya os traje hace un tiempo, por calabaza.

 

En cuanto a la crema de queso (la receta la podéis encontrar junto a la de la tarta de zanahoria) estuve dudando si sustituirla por crema de mantequilla, pero no, la crema de mantequilla me parecía demasiado dulzona (aunque en la prueba que hice estaba realmente buena).

Y en cuanto a la decoración con los fantasmas, el primer objetivo era encontrar nubes blancas (tal y como reza la foto de Martha Stewart), para darles forma, pero viendo que no las encontraba, y que quizá era demasiado complicado hacerlas caseras (aunque mi hermana ya nos informó de la receta), decidí decantarme por unos merengues, que también era la primera vez que los hacía, pero así, a primera vista, me parecían más sencillos. Y he de decir que de hacer sí, son fáciles, pero ayer viví un pequeño momento de crisis cuando, con contacto con el aire (muy húmedo por estas tierras) se reblandecían y se pegaban a todas partes, así que mejor conservarlos en un recipiente tapado.

    

La cuestión es que esta mañana, cuando he acabo de montarla, estaba muy contenta, me parecía una tarta preciosa. Pero ¡ay, cuando he llegado al trabajo y he visto el resto! ¡Era una miniatura! ¡Muy poca cosa!

 

 

A las 16:30 se reunía el jurado. No es que me haya puesto nerviosa, pero sí estaba algo intranquila.

Una hora más tarde, se ha acercado a mi mesa el jefe de cocina corporativo y sí, ¡nuestra tarta fantasma había ganado en la categoría a mejor sabor! ¡Y con la nota máxima! Me he puesto muy contenta, de veras me ha hecho mucha ilusión y se lo he empezado a contar a todo el mundo que estaba por allí.

Ahora lo malo es que me ha entrado el gusanillo. ¿Solo se celebra una vez al año?

Ah, quizá alguno se preguntará cuál es el premio: una noche de estancia en los hoteles de PortAventura. No sé si todos lo sabéis, pero resulta que se podría decir que por mis manos pasan todas las reservas de PortAventura, así que resulta algo cachondo, que yo misma pueda organizarme el premio.

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