¡Viva España! (Y su tortilla)

¡Vale ya de hablar de platos italianos! Sí, nos encanta la pasta, la pizza, el tiramisù y ambas tenemos lazos con ese país, ¡pero hagamos un poco de patria! Y qué mejor que con el plato estrella: la tortilla.

Tortilla española, tortilla de patata, con cebolla o sin ella, con chorizo o con jamón, rellena o vacía, caliente o fría, con el huevo sin cuajar o seca como una zapatilla, recién hecha o del día anterior, hecha para salir del paso o a propósito, con nocturnidad y alevosía. Da igual, ¡está buenísima!

Suponemos que más o menos todos la hacéis u os habéis atrevido a hacerla, por lo que puede que esta receta sea algo redundante, pero un plato como éste, bien se merece una entrada.

TORTILLA DE PATATAS

Aunque suele ser una receta en la que todos los ingredientes se miden «a bulto», intentaremos dar unas cantidades más o menos estándar.

3 patatas medianas
4 huevos grandes
1 cebolla pequeña (a quien le guste)
sal
aceite abundante

Ponemos una sartén antiadherente con abundante aceite (más de un dedo) a calentar.
Mientras pelad las patatas y cortamos en rodajas muy finas. Echamos las patatas con cuidado en el aceite.
Si os gusta la cebolla es el momento de pelarla y picarla, en trocitos pequeños. Echamos también en la sartén junto a las patatas y añadir un poco de sal.
Con el fuego a media-baja temperatura vamos removiendo de vez en cuando las patatas y la cebolla, con ciudado que no se peguen. No tengáis prisa, la cebolla debe quedar blaquencina, como transparente y la patata blanda. Esto puedo tardar, fácil y a fuego lento, media hora.
Mientras se hacen, batimos los huevo con una pizca de sal en un plato hondo y grande.
Una vez hechas las patatas, las sacamos con ayuda de una espumadera.  Lo tradicional es pasarlas directamente de la sartén al huevo batido, pero yo antes de ese paso las pongo en un escurridor, para quitar el máximo aceite sobrante. Del escurridor, ahora sí, al huevo.
En la sartén quitamos el aceite sobrante y dejamos solo un poco, el culo. Cuando esté caliente echamos despacio la mezcla de huevos y patatas. Si os gusta con el huevo poco hecho os recomindo poner el fuego a temperatura media-alta y al cabo de un par de minutos (con cuidado que no se empiece a quemar) darle la vuelta. Si por el contraro os gusta más bien cuajada, mantenerla a fuego medio-bajo durante un rato más.
Aquí llega lo peligroso, darle la vuelta. Lo importante: no tener miedo y hacerlo con seguridad.
Cogemos un plato llano algo más grande que el diámetro de la sartén (creo que ahora también vende tapas de sartén con las que se le puede dar la vuelta). Tapamos la tortilla con el plato, agarramos bien con una mano el asa de la sartén y con la otra el plato. Yo, para darle la vuelta, me pongo encima del fregador, apartando el grifo y dejando espacio libre, por si acaso. Contmos 1, 2 y en el número 3 le damos la vuelta. ¡Es más fácil de lo que parece! Levantamos con cuidado la sartén, una vez que veamos que la tortilla ha caído sobre el plato. Colocamos la sartén de nuevo sobre el fuego con un poco de aceite y esperamos a que se vuelva a calentar.
Con cuidado de nuevo, deslizamos la tortilla desde un lado de la sartén a otro. Aquí, igual que por el otro lado, en función de si el huevo nos gusta más o menos cuajado debemos poner una temperatura u otra y tenerla más o menos tiempo.
Vamoscerrando los laterales como para darle una forma redondeada al borde y una vez llegado el punto óptimo, cogemos un plato bonito, e igual que antes, pero con menor peligro (ya no hay huevo chorreante) le damos la vuelta.

Ahora solo queda lo mejor, ¡comérsela! A mí, personalmente me gusta acompañarla con un buen tomate pelado, cortado y aliñado con un poquito de ajo, sal gorda y un buen chorro de aceite, y también, cómo no, con pan amb tumaquet (otro día os cuento el secreto del pan con tomate).

Os dejo con unas instantáneas de todos los pasos.

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