Solo un exceso de celo se me ocurre como razón para no haber publicado esta receta antes. Se trata de mi bizcocho favorito.
Diréis que siempre que publico la receta de un bizcocho digo que está buenísimo, que me encanta y que es muy fácil de hacer. Y es verdad, no suelo mentir, así que, ¿qué tiene este bizcocho de especial? Pues diría que su atemporalidad, es como un fondo de armario de bizcochos.
Creo que el aceite es el ingrediente diferenciador:
– A pesar de estar hecho con harina blanca, la miga es oscura, como si llevara harina integral.
– Evidentemente sabes que lleva grasa (como cualquier cosa rica) pero su sabor es muy suave, como si se deslizara al comerlo.
– Parece hasta ligero (quizá esto sea peligroso), y cuando te metes un trozo en la boca os prometo que notas hasta frescor.
No recuerdo muy bien la historia del nombre (quizá mi madre o mi hermana tengan mejor memoria para esto), creo que era porque la receta se la dio a mi madre su amiga Celia que entiendo que tiene que ser de Anguiano, provincia de La Rioja.
Sea como fuere, es un señor bizcocho, con carácter propio y por siempre en mi recetario. ¿Estará también algún día en el vuestro?
SOBADA DE ANGUIANO
1 huevo
150 grs azúcar
150 ml leche
250 grs harina
1 cchita bicarbonato
1 sobre de gaseosa (o 1 sobre de litines, los venden en Mercadona; un sobre siempre está formado por dos partes)
150 ml aceite (yo uso de oliva 0,4º)
Mezcla todos los ingredientes y échalos en un molde previamente untado con mantequilla, aceite o cubierto con papel vegetal.
Hornéalo a 180ºC durante 45 minutos aproximadamente.
¡Sí, así de fácil!