La semana pasada Flames Senior empezó un curso sobre el pan en la Escuela de Flequers de Barcelona, donde yo ya hice uno de bollería.

Después del primer día, volvió a casa toda entusiasmada con sus tres hogazas de pan, sus apuntes sobre el gluten, la fuerza de las harinas y otras teorías varias, pero sobre todo con ganas de poner en práctica lo que había aprendido ese día. Así que bajamos al super y cargamos con los ingredientes necesarios para preparar masa madre y poder hacer más pan.

Tras los cálculos oportunos preparamos una masa madre mitad harina de trigo y harina de centeno integral, la dejamos burbujear y fermentar y al día siguiente se encargó de darle forma a lo que se suponía que debían ser dos mini hogazas, pero que como digo se suponía porque las pobres no subieron y se quedaron como un mazacote de masa denso y pesado :(. No sabemos muy bien que hicimos mal, si nos equivocamos en los cálculos de las fuerzas de las harinas, en los cálculos del gluten, si no amasamos lo suficiente, si el horno estaba muy fuerte o muy flojo…. pero lo que si que nos quedó claro es que esto de hacer pan de verdad no es tan fácil como parece…

La cosa es que a mí me entró el gusanillo de seguir jugueteando con la levadura fresca, la cual hacía meses que no tocaba y la verdad que echaba de menos el amasado, el contacto con esas masas tan esponjosas y suaves, pero sobre todo los bollitos finales que se pueden obtener. Así que aproveché la mañana del domingo, que amaneció nublada y mi puse manos a la masa.

Dudaba si preparar unos enrollados de canela pero en forma de nudo, unos pretzels o unos bollitos con crema de nueces pero al final me decanté por estos últimos 🙂

Y qué os voy a decir de estos bollitos… pues que están super ricos, en principio el objetivo era disfrutarlos en la merienda pero no me he podido resistir y lo he probado en el aperitivo acompañados con un poco de jamón ibérico, ¡mezcla dulce-salada que me encanta! 😉

La masa es muy sencilla y la clave como siempre digo está en el amasado, por lo que si queréis darle cariño a la masa ya sabéis, hacer un poquito de brazos y amasarla con dulzura. Si contáis con una amasadora pues trabajo físico que os podréis ahorrar.

En cuanto al sabor de los bollitos, lo podéis tunear a vuestro gusto, podéis añadirle canela, cardamomo o nuez moscada, y en vez de nueces una crema de avellanas o almendras iría la mar de bien también.

BOLLITOS CON CREMA DE NUECES (15 unidades)

15g levadura fresca de panadero (5g levadura prensada de panadero)

1 cucharadita de canela, cardamomo o nuez moscada

una pizca de sal

62g mantequilla

250g leche

80ml miel

250g harina de fuerza de trigo

125g harina de espelta o de cebada

1 huevo batido, para pintar

Para la crema de nueces

90g nueces peladas

2 cucharadas de miel

En un cazo derrite la mantequilla con la miel y con la mitad de leche. Cuando esté derretida, retira del fuego y añade el resto de la leche.

Disuelve la levadura en un poco de la mezcla de mantequilla.

En un bol mezcla las harinas e incorpora la mezcla de la levadura y el resto de la mezcla de la mantequilla.

Amasa unos 4-5 minutos hasta obtener una masa elástica. Si lo hacemos con una amasadora, la masa quedará más suave y uniforme.

Pon en un bol un poco engrasado, tapa con un paño de cocina y deja reposar en un lugar cálido durante 1 hora o hasta que haya doblado de volumen.

Mientras tanto podemos preparar la crema de nueces triturando las nueces en un molinillo junto con la miel hasta que forme una crema. (es el mismo método que usamos para hacer la crema de cacahuete

Una vez esté lista, desinflarla y con un rodillo estirar la masa hasta que obtengáis un rectángulo de 50*40cm. Untar la crema de nueces en el centro longitudinalmente, doblar los extremos por la parte más larga hasta el centro, obteniendo un rectángulo de unos25cm. Dividir la masa en 15 trozos iguales y darle forma de bola. Disponer en una bandeja forrada con papel vegetal, pintarlos con un poco de huevo batido y dejarlos reposar hasta que doblen de volumen, unos 30 minutos.

Hornéalos durante 12 minutos aproximadamente a 220ºC, o hasta que estén dorado.

Sirve para desayunar, merendar o como snack para el aperitivo, el toque dulce contrastará a la perfección con el jamón u otros embutidos salados.