Pues el paseo de ayer fue largo y completo: de la Ópera al Sagrado Corazón, después hacia La Madeleine y Place Vendome, y por último hacia la Torre Eiffel, y no siempre por el camino más corto…
La cuestión, un par de paraditas, la primera calculada, la segunda de pura casualidad y de puro cansancio, y ambas dos altamente recomendables:
La Castiglione, en la calle Sant Honoré casi en la esquina con la calle Castiglione, al lado de Place Vendome. Un bistro pequeñito pero acogedor. La sopa de cebolla riquísima y la hamburguesa espectacular: carne tierna, el bacon bien crujiente y una salsa muy sabrosa pero que no te acompaña el resto del día.
La Poule au Pot, en el 121 de la rue de l’Université, en el 7º arrondisement. Un pequeño gran descubrimiento, en el que el plan era tomar sólo una copa de vino y acabamos cenando.
Lo que nos ha sorprendido gratamente de todos los sitios en los que hemos estado ha sido el servicio, muy agradable y simpático. Remarcable, la verdad.
Ha sido un fin de semana corto pero intenso, el tiempo ha acompañado y París me ha encantado. Ya estuve hace muchos años, pero viendo los puntos clave y para el autobús otra vez. Caminar sin rumbo, pararte en los escaparates (atención al de Hermés en la calle St. Honoré), entrar en los hoteles de lujo a ver las zonas comunes o escrutar a la gente local mientras estás sentado en una terraza, son otras formas, si caben más interesantes, de conocer una ciudad, y París tiene mucho por descubrir.
Bon chance!
P.S. Ayer cuando me refería al Presidente de la República en realidad debería haber dicho Primer Ministro.