He tenido la fortuna de poder pasar unos días de vacaciones en Menorca, esta joya del Mediterráneo que te ofrece tantas cosas e incluso más que otros destinos considerados paradisíacos y que luego no lo son tanto, y la verdad es que a veces no hace falta irse muy lejos para disfrutar de lo lindo como he hecho yo estos días.
No sabría por donde empezar….

Su tranquilidad; su clima; sus aguas de increíble azul marino; pero azul azul; el snorkeling, los pececillos y los erizos; los paseitos en lancha que facilitaban el acceso a cuevas e idílicas calas, costosas de llegar a nado o por tierra, en la costa sur destaco la playa de Binigaus, desde la playa de Santo Tomás hay que andar un poquito para llegar a esta playa estrechita pero realmente merece la pena, pues te separas un poco del mogollón y te sitúas entre el maravilloso mar y unos pequeños acantilados, la Cala de Sant Llorenç, en la que debido a su pequeño tamaño, se podría decir que entran solo 2 barquitos, así que si llegas el primero puedes tener la fortuna de tenerla toda para ti por un buen rato ¡y la de peces que hay! y Cales Coves donde llegamos a ver paseando por los fondos marinos a una señora dorada y muchos peces vaca (rebautizados por mí como peces tigre por la cantidad de rayas que tienen), en el norte Cala Pregonda, más turística, se puede disfrutar tanto de playa como de cala, al gusto del consumidor, lo bueno de la cala, las mini secciones y apartados que se forman gracias a las rocas y que te permiten disfrutar de un poco de intimidad.

Y sigo….. de la inmensa luna llena que hemos tenido este mes, impresionante, tan tan grande, que hacía inútiles las luces de las farolas; del maravilloso puerto natural de Mahón, el segundo mayor del mundo con sus 6 km de longitud y de su mini cala, Cales Fonts con un montón de restaurantes y lucecitas que hacen especial una noche de verano; del ambiente nocturno en Ciudadella con montones de gente, puestecitos y terrazas para poder disfrutar de un buen mojito; de la fiesta de los caballos de Alaior con su música y tradición folclórica; de la famosa pomada menorquina, una mezcla de ginebra local y limón que granizada entra sin enterarte y por supuesto de su gastronomía, y como este blog va del buen comer voy a centrarme un poquito en ella.

Antes de nada, una curiosidad, ¿sabíais que la «mayonesa» se inventó en Menorca? Pues sí, fue allá por el siglo XVI y su nombre se debe a Maó, la capital Mahón, de ahí mahonesa. ¡Yo no tenía ni idea!

Como os podéis imaginar la gastronomía menorquina esta basada en el pescado, ese pescado fresco fresco, recién traído de alta mar, de ese que al ser local no se encuentra en la península, del bueno, del sabroso, que comido tanto al grill como a la parrilla te hace salivar solo con olerlo. Se podría decir que estos días he comido todo el pescado recomendado para todo un mes, me he hinchado a mejillones y berberechos, pensaréis «nada del otro mundo», pero los tendríais que probar, un sabor…. Y es que el secreto, además de en la frescura y que son locales, es lavarlos y cocinarlos con agua de mar, sí, leéis bien, pero claro, de mar puro y limpio como el de aquí, ese agua marrón de playa que tenemos en la península no vale.

 
Luego además estaba el rape, los calamares, las navajas, la caldereta de cigalas, y por supuesto no me podía olvidar del suquet de pescadors…
¡Ay madre ese suquet! Tan sabroso y delicioso, mejillones, calamares, almejas, pagre y dentol (pargo y dentón en castellano), estos dos últimos peces de por allí, el pagre es muy meloso y suave, mientras que el dentol tiene más cuerpo, todo cocinado en un guiso a base de caldo, tomate y un picadillo de almendras y avellanas que le daba el toque especial y distintivo, puff tengo perfectamente el sabor grabado en mi mente, mmmm… ¡qué rico!

Pero no solo de pescado se alimenta Menorca, ahi está la famosa sobrasada menorquina, menos picante que la mallorquina y por ello ¡más agradable y fácil de comer! Nada que ver con esos pates de sobrasada que venden en los supermercados, allí, la sobrasada tiene forma de salchichón grueso y más blando, que se unta en pan o se mezcla con carne de cerdo y tocino para el relleno de la formatjada, una especie de empanadillas (aunque también las hay rellenas de requesón y queso). Y hablando de queso, que decir del famoso queso de Mahón, con denominación de origen, y que está elaborado a base de leche de vaca, mmm… ¡delicioso!

Para los de paladar dulce, está la ensaimada y unas pastas rellenas, los crespells, que yo lamentablemente no llegué a probar, lo que sí caté fueron los pastissets, unas pastas muy ricas y adictivas, con forma de flor de 5 pétalos y con un color blanco por fuera y amarillento por dentro, es una mezcla entre mantecados, hojaldres y galletas, son tiernas y prácticamente se deshacen en la boca.

Como veis son muchas las cosas que ofrece Menorca, y seguro que muchas más que a mí no me dio tiempo a conocer en esta breve escapada, así que os animo a que hagáis un viajecito por la isla y veréis que no exagero.

Muchas gracias a la familia Llambías-Sánchez por enseñármela y darme la oportunidad de explorarla y disfrutar de ella desde un punto menos turístico, más cercano y más especial.

PASTISSETS (12 uds aprox)
1-2 yemas, dependiendo del tamaño
100g azúcar
100g manteca de cerco
200g harina
1/2 cucharadita vainilla
Batir muy bien la yema con el azúcar y la vainilla hasta que obtengas una crema espumosa. Añade la manteca y sigue batiendo. Por último añade la harina y menea hasta que se forme una bola uniforme y no pegajosa.
Con ayuda del rodillo, estira la masa hasta que sea 1cm gruesa. Con un corta galletas en forma de flor de 5 pétalos y con cuidado dispón en una bandeja de horno forrada con papel de horno.
Hornea unos 12 minutos a 170ºC, no deben dorarse mucho, en cuando empiecen a tomar un poco de color apagas el horno y los sacas, pues la clave de los pastissets es que están un poco crujientes al hincar el diente pero su interior es blandito.
Deja enfriar y antes de servir espolvorea con azúcar glass.