A quien se lo digamos no se lo va a creer, y más si pensamos en todo lo que hemos danzado por el mundo, de todas las comidas, constumbres y fiestas nuevas a las que os hemos introducido y que no tenemos ni un solo post dedicado al patrón de Madrid, San Isidro Labrador, vaya par de madrileñas estamos hechas.
Será por el hecho que no he vivido en la capital como tal, pero yo al menos nunca la he experimentado en persona, pero justo este año que ha coincidido mi visita a Madrid con esta fiesta tan castiza 👏
La ciudad se llena de chulap@s, de música, de chotis, claveles, mantillas, luces, barquillos y mucho más. Lo clásico es celebrarlo con un picnic en la pradera de San Isidro pero la verdad que hay ambiente por todos los rincones de la ciudad.
Para los que no seáis de la capital, deciros que los chulap@s son los madrileños vestidos con sus trajes folklóricos y el chotis es para un madrileño lo que las sevillanas para un sevillano o la jota para uno de Zaragoza.
Pero vamos a lo que nos interesa, la gastronomía local… Y aquí que me perdonen los callos madrileños, los caramelos de violetas y demás platos típicos, pero a mi lo que me viene a la cabeza cuando hablamos de comidas madrileñas es el bocadillo de calamares.
Y es que es todo un clásico y más si te lo tomas en la Plaza Mayor. Bien recuerdo cuando era chica que todas las Navidades íbamos a Madrid a ver Cortilandia (un pequeño show para niños) y a comernos el mítico bocadillo.
No es más que un trozo de pan relleno con una montaña de tiernas anillas de calamar rebozadas y fritas, pero ¡uff que bocadillo, que rico! Para los que no estamos acostumbrados a las comidas un poco aceitosas o fritas, los últimos bocados pueden costar, pero por una vez podemos hacer una excepción, y la verdad que merece la pena.
Os invito a que la próxima vez que vayáis y disfrutéis de un día por Madrid, os acerquéis a uno de estos bares de toda la vida, la mayoría en los alrededores de la plaza, yo recomiendo dos, ambos en la Calle de Botoneras, uno se llama La Campana y el otro lado La Ideal, están uno al lado del otro, podéis sentaros y degustarlo allí o si tenéis la suerte que tuve yo, es decir solazo, cogerlo para llevar y coméroslo admirando el elegante Palacio Real.