Desde hace algo más de un mes estoy apuntada (y en ocasiones voy) a un curso de «Cuina per solters» en un centro cívico de Reus. Sin embargo no parece que el tema de la soltería sea un verdadero requisito para que te dejen participar, porque como dice mi amiga Mascha, debo ser la única con ese estado civil. Pero bueno, no importa, lo hago más que nada para romper la rutina semanal.
Cada clase dura algo más de hora y media, y en ella el profesor, con ayuda de algún alumno envalentonado, prepara por lo menos un postre y un plato principal, a veces da tiempo incluso a dos. Y lo mejor es que luego nos lo comemos entre todos ¡y la cantidad suele ser suficiente para luego no tener que cenar! Aunque esto depende del estómago de cada uno, claro.
Bueno, pues aquí os traigo un plato que se hizo un día que yo no fui, y que quizá por no estar presente, se me ha antojado hoy. Por eso y porque es rápido, fácil y tenía (más o menos) todos los ingredientes en casa.
HOJALDRE DE POLLO CON LO QUE QUIERAS
Una lámina de hojaldre (o masa quebrada si es lo que tenéis)
Filetes de pechuga de pollo (en crudo, o solomillo de cerdo, o ternera)
Jamón york en lonchas (o pavo, o mortadela, o bacon, o lo que aparezca en la nevera)
Queso cremoso (o fresco, o curado, o semicurado)
Espinacas frescas (si os gustan)
1 huevo
Extiende la lámina de hojaldre, pon en el medio los siguientes ingredientes a modo de capas: primero el pollo, previamente salpimentado, después el jamón york, unta encima un poco de queso cremoso o extiende unas lonchas de cualquier otro queso, corona con un puñado de espinacas y por último cierra el hojaldre bien haciendo tiras y después una trenza, bien como una especie de atillo o como puedas.
Bate un huevo y pinta el hojaldre. Mételo en el horno, previamente calentado a 180ºC-200ºC durante unos 30 minutos.
Ale, ¡y a comer! ¡Como veis esta receta tiene miles de variaciones!