Diréis que esto no es una receta en sí, y lleváis toda la razón.
Diréis que esto no es un helado en realidad, y no podré llevaros la contraria.
Diréis que os podía haber dado la idea hace tan solo una semana, antes de que apretara este calor infernal, y asumo mi parte de responsabilidad, porque hace más de un mes que de merienda me preparo este helado (dejémoslo así, no porque sea helado sino porque está helado).
Uno de los tags que tenemos es rápido y mortal, y este helado estaría a la cabeza de esta sección.
Convertirlo en una merienda, postre o incluso desayuno, más o menos sano, depende de los ingredientes que elijáis: yogures desnatados, naturales o cremosos y enriquecidos con deliciosa nata; pulpas de fruta, siropes o leche condensada; fruta, semillas, frutos secos, granola, chocolate, galletas o gominolas. Es un mix&match, tú eliges. Lo único realmente importante es que el yogur haya estado en el congelador.
Os detallo en qué suelen consistir los míos:
Tengo en el congelador, ya como provisión, varios yogures de distintos sabores. Mi preferido es el de vainilla, pero también tengo griego, de coco y de frutas del bosque, eso sí, todos 0% M.G.
El que me apetezca ese día, digamos de vainilla, lo saco del congelador como media hora o una hora antes de comerlo. (Si lo tengo en el frigorífico, lo hago al contrario, lo meto en el congelador como mínimo una hora).
Preparo fruta cortada, últimamente me ha dado por el mango. Y saco también del congelador arándanos, fresas y frambuesas.
Tengo listo también un puñado de avellanas un poco troceadas, pasas y pipas.
Saco el yogur helado de su vaso (corto el borde con una tijera y estiro, para que salga mejor). Si está demasiado congelado, sobre una tabla de cortar y con ayuda de un buen cuchillo, lo corto en dados.
En un bol o vaso un poco ancho intercalo helado con la fruta, los frutos secos y las semillas, le pongo una cuchara ¡y a refrescarse!