Pues sí, estoy en París. La escapada anual con Nuria y Jen ha tenido como destino la capital francesa, hoy en boca de todos por el affaire del Presidente de la República con una actriz. Pero aquí lo que nos interesa es la gastronomía, así que allá van las recomendaciones de lo que fue ayer el primer día:
En el barrio de Le Marais, Ma Bourgone, en una esquina de Place des Vosges: un steak tartar delicioso que te sirven con ¡patatas fritas caseras! y/o ensalada. Además, de postre nos han regalado como unos barquillos aplastados de pura mantequilla brutales.
En el mismo barrio (lleno de callejuelas y tiendas) Le Loir dans la Théièri, en rue des Rosiers casi con rue Malher, un café con mucho encanto en el que se pueden comer tortillas, sándwiches o quiches pero en el que la especialidad son las tartas. En un lado hay un aparador donde las tienen todas expuestas (bueno, las que les quedan) y el problema está en que no sabes por cuál decidirte. Finalmente probamos una de manzana con nueces y un meringue lemon pie. Buah, riquísimas las dos. El café dice Nuria que estaba muy bueno y eso en París es un gran hallazgo. El sitio está lleno a reventar pero merece la pena esperar.
Paseando por Île de St Louis pasamos por delante de la heladería más antigua de París, Berthillon, pero todavía estábamos saboreando las tartas, así que miramos sólo el escaparate.
Y lo último del día, Le Café Marly, en la arcada que queda a la izquierda del Museo del Louvre si miras a la pirámide y los Campos Elíseos quedan detrás. Aquí, como unas reinas, nos pedimos una botella de vino (la más barata, por supuesto) y nos la tomamos tranquilamente con vistas al patio central que da entrada al museo, un pequeño lujo, desde luego, que bien merece la pena darse.
Bueno, en realidad lo último fue subir al Lounge del hotel esperando que hubiera algo para cenar y poder aprovecharnos de la invitación, pero cuando llegamos sólo quedaban panchitos y un cesto con frutas. Sólo eran las nueve, pero los franceses cenan temprano…
Veremos qué descubrimos hoy.