No sé si estas coronas serían dignas de los cercanos Reyes Magos. Podéis probar y dejar un pedacito junto a los zapatos la noche del 5 de enero.
Seguro que alguna vez os habéis encontrado con esta situación: ponéis una rebanada de pan en la tostadora, al cabo de unos minutos saltan, no están demasiado doraditas ni crujientes, volvéis a bajar la palanca, solo queréis calentarlas unos segundo más. Aprovecháis esos segundos para calentar la leche, o sacar la mermelada y mantequilla del frigorífico pero cuando os queréis dar cuenta, ¡noooooo! ¡La tostadora está echando humo! Y el pan sale negro… ¿Que no os ha pasado? Pues a mí sí, más de las que me gustaría admitir y hasta he tenido que abrir todas las ventanas del tufo y olor a carbonizado que eso echaba…
La verdad es que salvo el olor a lentejas quemadas, creo que el del pan es el más desagradable y difícil de eliminar, así que hoy me he dicho, ¿qué mejor forma de quitar un mal olor que horneando algo dulce, rico y sabroso? Con una pinza en la nariz me he liado en la cocina, un poco de harina, azúcar, leche, canela, meneíto por aquí, amasado por allá y voilà, ¡mirad qué preciosidad! ¿No opináis lo mismo? Y lo mejor el aroma con el que ha perfumado la casa, dulce, espaciado, mmmmm, y es que hay algo mágico en la canela, el olor y sabor, que combina tan bien con tantos otros ingredientes, especialmente con los dulces. ¡Qué lástima que no os lo pueda trasmitir, alucinaríais!
La receta es la de unos enrollados de canela (los clásicos cinnamon roll americanos) solo que esta vez les he cambiado la forma. Es mucho más fácil de lo que parece, basta con que cuando enrolléis la masa, le hagáis un corte longitudinal y las dos tiras que os quedan las liéis entre ellas como si fuera una trenza.
CORONA DE CANELA
Masa
14 g levadura fresca de panadero (o 7 g levadura seca en polvo de panadero)
120 ml leche tibia
50 g azúcar
50 g mantequilla derretida
240 g harina
1 yema de huevo
una pizca de sal
huevo batido, para pintar la corona
Relleno
60 g mantequilla, reblandecida
1 cucharada canela en polvo
4 cucharadas azúcar
Precalienta el horno a 180°C
En una taza mezcla los ingredientes del relleno y reserva.
Para la masa disuelve la levadura con un poco del azúcar y un poco de leche tibia y deja reposar unos minutos para que la levadura se active, verás que sale un poco de espuma.
En un bol, pon la harina, sal, resto de azúcar, la yema y la mantequilla derretida. Incorpora la mezcla de la levadura y el resto de la leche tibia, mezcla con una cuchara hasta que se forme una masa pegajosa. Enharina la superficie de una mesa y vuelca la masa y empieza a amasar con las manos, para dar elasticidad a la masa, tras unos 10-15 minutos ésta se volverá más uniforme y no pegajosa.
Engrasa un bol, pon la masa, cubre con plástico y deja reposar hasta que doble de volumen, una hora y media o dos horas aproximadamente.
Transcurrido el tiempo, vuelca la masa en la superficie de trabajo enharinada y con ayuda de un rodillo estírala en forma de rectángulo, de un palmo, por palmo y medio o dos.
Unta con la mezcla del relleno y empieza a enrollar por el lado más largo hasta formar una especie de tubo.
Con un cuchillo afilado corta longitudinalmente por la mitad, obteniendo dos tiras largas. Únelas por un extremo y empieza a enrollarlas entre sí. Une los extremos obteniendo una corona. Pinta con huevo batido y deja reposar a temperatura cálida unos 20-30 minutos.
Hornea a 180°C durante 30 minutos.
Disfrútalo cuando aun esté un pelín caliente con una buena taza de chocolate especiado, leche y cacao o vuestro café favorito.