Tras la emotiva celebración en New Jersey, me dirigí a New York con Megan, otra buena amiga que se mudó aquí hace algo más de un año.
Gracias a ella, a otros amig@s que también rondan por estos barrios y a que era mi segunda visita a La Gran Manzana, he podido disfrutar la ciudad como una neoyorkina más, sin las prisas que todo turista primerizo puede tener por visitar sitios emblemáticos de la ciudad, y eso, quieras que no, marca la diferencia, vives la ciudad de una forma especial, con más calma y tranquilidad. De hecho, puedo decir que mis vacaciones se han basado en pasear, cotillear las últimas tendencias en moda de la ciudad y comer en cafés o restaurantes locales descubriendo los últimos its culinarios.
Paseé por los jardines de la Universidad de Columbia y comí sentada en su césped como una estudiante más; quedé con amigas a tomar un brunch; salimos por algún local nocturno a probar cocktails que nada tienen que ver con el clásico mojito o gin&tonic; asistimos a un festival de comida callejera; me recorrí Chelsea Market babeando delante de las tiendecitas de comida; por no decir del mercadillo de granjeros con sus coloridas frutas y verduras; nos probamos modelitos en las tiendas del Soho y West Village; nos premiamos con una mini sesión de limpieza de cara y maquillaje e hicimos el famoso cruce del puente de Brookling al atardecer.
Una vez más me centraré en los descubrimientos culinarios:
Empezaré por Hevan’s Kitchen, este local que encontré online hace ya un par de años y cuya visita no podía resistir. Aquí dan de comer, enseñan a cocinar y organizan fiestas culinarias, todo en un local con estilo industrial y minimalista que deja encantado a todo aquel que lo visita. El menú es escueto, dos sopas, dos ensaladas, dos sandwiches y poco más a elegir entre la larga lista de bebidas, pero lo que me gusta de este sitio es su idea de negocio, una comunidad donde se pueda disfrutar de la comida en todos sus sentidos.
Tras leerme el libro Blood, Bones & Butter: The Inadvertent Education of a Reluctant Chef, biografía de la chef Gabrielle Hamilton, en el que cuenta con una gracia y sinceridad singular, los ups & downs de su vida y de cómo desarrollo su pasión por la comida, no podía faltar en mi tour culinario su restaurante Prune. Tras bastantes años abierto, desde 1999, y a pesar de su fama y de estar muy concurrido, el local no ha cambiado o expandido, sigue conservando su encanto inicial, lo que hace incluso que gane más puntos por parte mía.
Aquí disfrute de mi primer, y último, bloody Mary, lo siento pero por muy clásico que sea no es mi cocktail, aunque no dudo que estuviese bien hecho, por su larga lista de variedades debe de ser su bebida estrella. Pero su especialidad, el brunch, en concreto los huevos, de todos los tipos, escalfados, fritos, en cocote, rebozados, a la ranchera o en tortilla, riquísimos y deliciosos.
Otro sitio por el que tenía muchísima ilusión ir era Once Upon a Tart, el café donde mis exjefas irlandesas aprendieron y se inspiraron para crear Queen of Tarts. Lamentablemente me encontré con las puertas cerradas, tras 23 años de existencia habían cerrado el negocio por problemas en la concesión de la licencia. Se me rompió el corazón, y eso que personalmente nunca había estado, pero pensar que había sido parte de algo tan cercano a mí, como ha sido Queen of Tarts, me tocó bastante 😞 y encima después de tantos años abiertos, y que haya sido por temas de licencias me entristece muchísimo.
Tras este disgusto, necesitaba subir mi ánimo, y como mejor que con una deliciosa cupcake y una suculenta tarta de Magnolia Bakery, esta famosísima pastelería que es la madre de cualquier tienda de cupcakes que vemos ahora por las calles. Aquí nacieron los bizcochos y icings de colores. La elección, un cupcake de merengue y chocolate (s’more cupcake) y una porción de tarta de coco, brutal, y eso que a mí supuestamente no me gusta el coco, pero es que estaba… Ñam, ñam, súper ligera y nada empalagosa a pesar de la cantidad de icing que llevaba, eso sí, imposible de terminar pues los trozos que te ponen son enormes.
Estos lugares y muchos otros que, por una razón u otra, no me dio a visitar, son los que estaban en mi lista culinaria. Tendré que volver a la Gran Ciudad para completarla, aunque seguramente para entonces la lista se habrá ampliado pues New York es la ciudad de la innovación y cada estación se crea una tendencia nueva.
¡Hasta pronto New York!
Un comentario en “Emocionantísimo viaje a USA: New York (part II)”