Ensalada templada para el invierno: kale, coliflor, calabacín y granada

Aquí en Barcelona no nos podemos quejar de invierno. La mayoría de días amanece despejado y con un sol radiante. Esto significa buena temperatura asegurada (por el día y al sol). Pero a la sombra o cuando anochece es otro cantar. Un frío húmedo e intenso se cuela por los poros de la piel, que básicamente la deja anestesiada. Y cuidado con no haber salido bien abrigado (como harías en otra ciudad con temperaturas menos beligerantes) y así, de repente, se te ocurra volver a casa en bici. Helador.

Por suerte tus problemas eléctricos en casa han desaparecido, lo que te permite encender el horno con el mayor regusto posible, y ayer compraste coliflor. Y es que tú eres monoloquesea, cuando te da por algo (una canción, un destino, una serie, un alimento) lo consumes hasta, no solo saciarte, sino casi aborrecerlo, para después desaparecer de tu vida, no sabrás nada de él en años.

Pues sí, eso es lo que me está pasando con la coliflor. Esa verdura que de pequeña ni probaba, que cuando mi madre cocía echaba pestes (la coliflor y yo de ella), y que solo me resultaba bonita como ramo de novia junto a un buen trozo de brócoli. Ahora soy adicta a ella, y como más me gusta es al horno. La clave para mí, como con todas las verduras, es que esté poco hecha, al dente que dirían los italianos, crujiente, que haya que masticarla. Creo que en España pecamos de cocer en exceso todo, de que acabe hecho casi papilla con apenas rozar el alimento con una espumadera.

Pero volvamos a la coliflor y hablemos de sus propiedades: antioxidante, depurativa, con vitamina C y B6, rica en magnesio y potasio y ayuda a evitar enfermedades cardiovasculares y cancerígenas. Eso sí, produce flatulencias, no podía ser todo perfecto.

Esta receta me encanta por sus contrastes: por un lado la dulce y fresca granada y por otro la cálida coliflor y calabacín sacados del horno. Los acompañan el crujiente kale (otro de mis ingredientes fetiche en los últimos tiempos) y un cremoso aliño basado en tahini (pasta de sésamo).

No es lo mismo que un caldo, claro está, pero reconforta y es una forma de comer ensalada en invierno, que siempre cuesta más. Una cálida manera de comenzar una semana.

La receta.

ENSALADA TIBIA DE COLIFLOR, KALE, GRANADA Y CALABACÍN (2 personas)

1/2 coliflor
1/2 calabacín
kale
1/2 granada
2 cchitas soja
sal
pimienta
aceite
cilantro

Aliño
1 diente de ajo
3 cchadas aceite
1 cchada vinagre de manzana
2 cchadas tahini

Enciende el horno a 180-200ºC.
Lava la coliflor y el calabacín y córtalos en trozos medianos, que te puedas comer (aprovecha los ramilletes de la propia coliflor, no la piques demasiado que se hará migas). Colócalos en una fuente de horno y báñalos con la soja, sal, pimienta y un chorro de aceite.
Hornea durante 30 minutos, removiendo de vez en cuando.
Para el aliño, pica o machaca el ajo y mézclalo con el resto de ingredientes en un bote de cristal o plato.
En la fuente donde lo vayas a servir, echa el aliño sobre el kale troceado y masajéalo con las mano (vamos, que lo sobes y lo mezcles bien, esto hará que se reblandezca la hoja). Incorpora encima la coliflor y el calabacín y sobre ellos la granada y por último el cilantro para decorar. Así queda el plato vistoso y colorido, para echar la foto, y para comer revuelve todo bien que se impregnen todos los ingredientes del aliño.

¡Y a disfrutar!

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