Cada día me sorprendo más de lo fácil que es hacer cosas básicas como esta mantequilla, el champán con el que brindamos en Año Nuevo o un queso cremoso que ya aparecerá en uno de nuestros posts.
Sé que muchos diréis que es más fácil, cómodo y económico ir al supermercado a comprarla, pero es simplemente la curiosidad y el orgullo de haberlo hecho nosotros mismos, es genial poder decir: ¡la mantequilla la he hecho yo!
Para obtener mantequilla no tenemos nada más que batir nata durante unos 8 minutos, pasado el tiempo, veremos que se ha vuelto amarillenta y se ha separado obteniendo una especie de ‘cuajada de mantequilla’ y un líquido en la base del bol. Pasa toda la mezcla por un colador para separar bien el líquido y la cuajada-mantequilla, coge ésta y estrújala con las manos eliminando así el exceso de líquido, ponla bajo un chorro de agua fría para lavar los posibles restos de leche y ¡voilá, ya podemos usar nuestra mantequilla!
El líquido que hemos obtenido al colarla no es mi más ni menos que buttermilk, esa leche agria que hemos utilizado otras veces para hacer pan de soda, tortitas o las muffins arrugás de la semana pasada…
Por supuesto, a mayor calidad de la nata, mejor sabrá la mantequilla. Si queréis disfrutarla simplemente untada en pan, añadidle un poco de sal y ya veréis qué sabrosa.
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